martes, 8 de mayo de 2018

MARY WOLLSTONECRAFT

Mary Wollstonecraft, la primera feminista.


Mary Wollstonecraft retratada por John Opie en 1797.


En 1759 nacía cerca de Londres Mary Wollstonecraft, una mujer cuyo nombre sigue siendo un gran desconocido fuera de los círculos del feminismo más académico, pero cuyo legado es inmenso: ayudó a sentar las bases del feminismo moderno.
Valiente, rebelde (secuestró a su hermana porque su marido la maltrataba), complicada y llena de contradicciones. Así podríamos definirla. Consiguió vivir de escribir y ser un personaje tremendamente popular en la Europa de finales del siglo XVIII.
Venía de una familia acomodada a la que un padre borracho y ludópata había llevado a la ruina. Venía también de una familia donde los malos tratos eran algo habitual y tuvo que hacerse cargo de su madre y sus hermanas.  Ninguna recibió la educación que se esperaba. Tan poco interés tuvieron en educar a sus hijas los Wollstonecraft que también las libraron de la educación tradicional que recibían las mujeres, encaminada a las labores domésticas y el matrimonio. Mary Wollstonecraft quería ser independiente, así que para cumplir su propósito desempeñó diversos empleos considerados para mujeres: primero fue dama de compañía y posteriormente abrió una escuela para señoritas en 1784.

En 1786 publicó su primera obra; Pensamientos acerca de la educación de las niñas, un libro en el que ya defendía mujeres, tal y como habían hecho anteriormente autoras como Mary Astell a las que se apodó, de forma despectiva, las marisabidillas.
Dejó en manos de su hermana la escuela cuando su amiga Frances Blood enfermó y al regresar se la encontró en la ruina, de modo que tuvo que aceptar un puesto de institutriz en Irlanda, en casa de los aristócratas Lord y Lady Kingsborough. No terminó de congeniar con la madre y a los once meses abandonó.  De nuevo en Londres comenzó a trabajar a tiempo completo para su editor, lo que le permitió a finales de 1780 entrar en el círculo de intelectuales de Londres. Allí conoció a su primer amante: Henry Fuseli, que estaba casado con una modelo llamada Sophia Rawlins. Mary Wollstonecraft no tenía problemas y le propuso compartir marido, pero la idea no fue bien recibida por la esposa y acabó en un gran altercado. Se apartó.
En medio del ambiente revolucionario que impregnaba Londres, y como respuesta a algunas voces contrarias a la Revolución Francesa, escribió en tan solo 30 días Vindicación de los derechos de los hombres (1790) de forma anónima. Cuando se dio a conocer la catapultó a la fama. Poco tiempo después, ante la decepción que supuso el devenir de la Revolución Francesa (que negó la ciudadanía, que restringió a la domesticidad y que encaminó a la educación para casa y al matrimonio a las mujeres), escribió y publicó la obra que la convirtió en la mujer más célebre de Europa: Vindicación de los derechos de la mujer (1791). 

Vindicación de los derechos de la mujer: su obra magna


Retrato firmado por John Opie.
Retrato firmado por John Opie.
Mary Wollstonecraft reivindicaba la individualidad de las mujeres y la libertad para elegir su propio destino. Iniciaba los caminos del feminismo del siglo XIX y defendía algunos puntos del movimiento feminista vigentes en el siglo XXI: la igualdad entre sexos, la independencia económica de las mujeres y la necesidad de su participación política y su representación parlamentaria. Mary Wollstonecraft ponía sobre la mesa la igualdad de la especie y, como consecuencia, la igualdad entre géneros (¡ya hablaba de géneros a finales del siglo XVIII!) y la lucha contra los prejuicios que de estos se derivaban. Creía que muchos de los rasgos  atribuidos a las mujeres eran producto de su falta de recursos, educación y libertad.
Por primera vez, que tengamos constancia, se llamó privilegio al poder que habían ejercido los hombres sobre las mujeres de forma ‘natural’. Abordó dos conceptos importantísimos para el feminismo:
  • El género: no es natural, es adquirido, fruto de la represión y el aprendizaje social.
  • Discriminación positiva: Si las mujeres eran realmente débiles e inferiores, ¿por qué no se establecían mecanismos políticos y sociales para compensar esa supuesta inferioridad?
Duras críticas a la educación.
Fue muy dura con los principios románticos: veía la educación en las niñas como un gran problema. Era demasiado conservadora y creía que afectaba a su desarrollo. Veía a las mujeres sometidas a trampas por todas partes, la más peligrosa de «la galantería que rinde homenaje a su belleza mientras se burla de su humanidad». Las mujeres se veían inducidas, por ideal romántico, a cultivar la debilidad y la dependencia para atraer a los hombres. Se les enseñaba que apariencia y vestuario eran fuentes de poder, algo que Mary Wollstonecraft tildó de «breve tiranía». Se dirigió especialmente a las mujeres de clase media ya que las de clase alta  le parecían «inútiles» y «artificiales». Esto último todo un ataque hacia Lady Kingsborough.
Las mujeres superarían las desigualdades con una educación idéntica a la de los hombres, con libertad civil y política y con capacidad para la razón. Si se conseguía, las características adscritas a los dos sexos se alterarían y se fusionarían creando una nueva cultura.

Los últimos años: la hiena con faldas.

Si bien una parte importante de los intelectuales del momento la aplaudieron, la inmensa mayoría se mofaron de ella y la apodaron «la hiena con faldas». Su vida privada tampoco ayudó a su reputación e hizo que durante muchos años su obra e ideas fuesen obviadas.
Durante su estancia en Francia tuvo otro romance con el veterano de Guerra reconvertido en hombre de negocios Gilbert Imlay. Era un espíritu libre, pero se enamoró de él hasta perder la razón de la que tanto hablaba. Se quedó embarazada, tuvo una hija llamada Fanny. Antes de abandonarle a causa de todos sus desplantes se intentó suicidar dos veces entre 1792 y 1793.
A comienzos de 1796 conoció al que sería su compañero definitivo: William Godwin. Al principio la relación se mantuvo en secreto, pero volvió a quedarse embaraza. Pese a que ambos eran contrarios al matrimonio y que ambos habían escrito en contra de esta institución, se casaron en 1797 suscitando todo tipo de críticas por su incoherencia.
A los diez días de dar a luz, en septiembre de 1797, Mary falleció de las complicaciones derivadas del parto. Dio a luz a otra niña, llamada Mary Godwin, mucho más conocida por su apellido de casada: Mary Shelley. Sí, la autora de la novela Frankenstein o el pequeño Prometeo. Su hija tuvo una vida tan dura como la suya, pero su obra fue (y es) mucho más conocida.
Tras su muerte, William Godwin publicó sus memorias (1798) para mantener viva su memoria. En ellas quedó todavía más claro su modo de vista poco ortodoxo y hundió todavía más su reputación. A mediados del siglo XIX, con el florecimiento del movimiento feministas, autoras como Flora Tristán, Emma Goldman o Virginia Wolf rescataron la memoria de Mary Wollstonecraft.  No sería hasta el feminismo de los años 60 y 70 del siglo XXI cuando la figura de Mary fue restituida al lugar que merecía.

domingo, 3 de diciembre de 2017

BARBARA MCCLINTOCK

La Nobel de la genética, Barbara McClintock.


Barbara McClintock dedicó toda su vida a la ciencia. A pesar de la oposición de su madre y de los prejuicios de su tiempo, Barbara se coló en las universidades más prestigiosas y se convirtió, a fuerza de horas y horas de estudio y esfuerzo, en una de las mujeres científicas más respetadas. Su campo de estudio fue la citogenética del maíz definiendo teorías tan novedosas que ni sus colegas las aceptaron. Tuvieron que pasar años y descubrimientos de otros científicos para que el trabajo de Barbara McClinktock recibiera el reconocimiento merecido. Un reconocimiento que no sólo se materializó en publicaciones científicas de gran prestigio, en premios de universidades y más de catorce reconocimientos Honoris Causa. En 1983 recibía el Premio Nobel de Medicina.



Barbara McClintock nació el 16 de junio de 1902 en Hartford, Connecticut. Fue la tercera hija del médico Thomas Henry McClintock y su esposa Sara Handy. Su familia pasaba momentos económicos difíciles por lo que la niña fue enviada a vivir con sus tíos a Nueva York. En Brooklyn, Barbara recibió su educación básica que terminó en el Erasmus Hall High School.

Joven independiente desde bien pequeña, Barbara ya sabía que la ciencia tenía que ser su ámbito de estudio. En aquellos primeros años del siglo XX, una mujer estudiando en una universidad una carrera científica no era algo ni muy común ni muy bien visto. Un sueño al que se le oponía su propia madre, quien pensaba que si su hija se dedicaba a la ciencia difícilmente encontraría un marido, algo que, de hecho así fue. La problemática económica era la segunda gran traba para Barbara.



La joven estuvo trabajando durante un tiempo hasta que en 1919, y con la ayuda de su padre, Barbara ingresó en la Escuela de Agricultura Cornell donde estudió botánica y empezó a descubrir el apasionante mundo de la genética. Uno de sus profesores de esta materia, Claude B. Hutchison, la invitó a asistir a un curso superior de esta materia que impartía él mismo. Aquello fue el principio de una vida dedicada casi exclusivamente al estudio de la genética.

Desde entonces y hasta el final de su carrera profesional, Barbara McClintock se sumergió en el estudio de la citogenética del maíz, área que la llevó a distintas universidades de los Estados Unidos además de permanecer un breve tiempo en Alemania. 

En 1944 ingresó en la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y un año después se convirtió en la primera mujer en presidir la Sociedad de Genética de América. En 1967 Barbara McClintock se retiró oficialmente del estudio científico aunque continuó investigando como científica emérita en el Laboratorio Cold Spring Harbor y se dedicó a dar conferencias sobre genética.

Premios como la Medalla Nacional de la ciencia o el Premio Albert Lasker fueron algunos de los galardones que recibió antes de recoger el más alto premio, el Nobel de Medicina en 1983.

Barbara McClintock falleció a los noventa años de edad en Nueva York el 2 de septiembre de 1992.

jueves, 26 de octubre de 2017

ROSA PARKS

Rosa Parks, la mujer negra que no cedió su asiento a un blanco en el autobús

Fue arrestada pero desató un movimiento social contra el racismo sin precedentes


Rosa Parks cambió hace casi medio siglo la historia de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos con un simple "no". El 1 de diciembre de 1955, una costurera de 42 años de edad se sentaba en una de las filas "para la gente de color" en un autobús de la ciudad de Montgomery, en el segregado Estado de Alabama, la misma Alabama que un siglo antes había luchado contra el Norte para mantener la esclavitud.
Pero una ley de la ciudad obligaba a los negros a dejar sus asientos a los blancos cuando no quedaban más sitios disponibles en el autobús. Incluso debían bajarse del vehículo en caso de que fuera muy lleno. Cuando varios blancos subieron aquel día al autobús, varios hombres negros hicieron lo que se esperaba de ellos: cedieron sus sitios. Rosa Parks se negó a levantarse, fue arrestada y cambió con su coraje a toda una nación sin ni siquiera proponérselo.
"No. Estoy cansada de ser tratada como una ciudadana de segunda clase", dijo Parks al conductor del autobús cuando le ordenó ceder su asiento. Cuando Parks insistió en su negativa a levantarse y ceder su puesto a un hombre blanco, el chófer del autobús, James Blake, llamó a dos policías. Éstos preguntaron a Parks por qué no se había movido. "No pensé que tuviera que hacerlo. Pagué mi billete como cualquier otro".
"En el momento de ser detenida no tenía ni la menor idea de que iba a ocurrir todo lo que después ocurrió", contaría la costurera 30 años después. Parks no fue la primera persona negra arrestada en Montgomery por no ceder su asiento, pero sí la primera en desafiar la ley. Por aquel entonces, a mediados de la década de los 50, estaban en vigor leyes que obligaban a la separación racial en autobuses, restaurantes y lugares públicos en todo el sur de Estados Unidos. "Estaba harta", asegura Elaine Steel, amiga de Parks, en The New York Times."No era ninguna niña, y llegó un momento en que no aguantó más abusos". Rosa Parks fue condenada por quebrantar la ley y multada con 10 dólares, además de tener que pagar otros cuatro por las costas del juicio.
Ese mismo día, los habitantes negros de la ciudad comenzaron una protesta donde económicamente más dolía: boicotearon el sistema de autobuses bajo el liderazgo por un entonces desconocido y joven de 26 años reverendo Martin Luther King. El boicoteo duró 381 días, casi 13 meses, llevando casi a la ruina a la compañía de autobuses, ya que en un 75% eran los negros quienes utilizaban este sistema de transporte.
Los 381 días de huelga desembocaron en una decisión del Tribunal Supremo que obligó a Montgomery a eliminar la segregación racial en el sistema de autobuses, y puso fin a las leyes racistas que separaban a blancos y negros en los espacios públicos del sur estadounidense con la norma de 1964 conocida como Ley federal de Derechos Civiles.
El 21 de diciembre de 1956, Martin Luther King y otros líderes de los derechos civiles fueron los primeros ciudadanos negros en subir a un autobús de Montgomery en igualdad de condiciones con los ciudadanos blancos.
Rosa Louise McCaulley nació el 4 de febrero de 1913 en Tuskegee, Alabama. Su padre era carpintero y su madre maestra de escuela. Sus abuelos, con los que vivió de niña, habían sido esclavos.
"En aquella época, no teníamos ningún tipo de derechos. Era una cuestión de supervivencia", explicaba Parks en una entrevista en los años 80. En 1932 se casó con Raymond Parks, un barbero, decidieron compartir el compromiso de luchar por los derechos de los negros y se unieron a la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, en sus siglas en inglés).
Tras su victoria, la pionera del movimiento de los derechos civiles y su marido tuvieron que mudarse a Detroit en 1957, después de perder su empleo y recibir varias amenazas de muerte en Alabama. Entre 1965 y 1988, trabajó como asistente del representante demócrata por Michigan John Conyers.
Parks recibió en 1996 la más alta condecoración civil de Estados Unidos, la medalla Presidencial de la Libertad, y en 1999 le entregaron la medalla de oro de Honor del Congreso, cuando la reconocieron como un "icono viviente de la libertad en Estados Unidos".
Rosa Lee Parks, la afroamericana que impulsó el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos al negarse a ceder su asiento en un autobús a un hombre blanco, falleció el 24 de octubre de muerte natural, a los 92 años de edad, mientras dormía la siesta en su casa de Detroit. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

LETITIA M. GEER







Inventora de la jeringa que puede usarse con una sola mano.


“Que se sepa que Letitia Mumford Geer, ciudadana de los Estados Unidos, residente en el 303 de la calle 114 este, ciudad de Nueva York, condado de Nueva York, en el estado de Nueva York, ha inventado una nueva y útil mejora en las jeringas”, empieza el texto de la patente 662.848, concedida el 11 de abril de 1899. De esta enfermera e inventora se sabe muy poco. Hay registros de censos estadounidenses que dejan constancia de que nació en Nueva York en 1853 y que tuvo tres hermanos. Según esos documentos, murió en 1935.

Se sabe, en cambio, mucho más de su invento, descrito como una “jeringa de una mano”. Antes de que se le ocurriera este nuevo dispositivo, una persona debía implementar las dos manos para usarla. El objetivo que tuvo Geer, dice el texto de la patente, fue “proveer una herramienta” que le permitiera inyectar el contenido “sin la ayuda de un asistente”.

No eran tiempos fáciles para las inventoras, aunque ya hubiesen quedado atrás los años en los que podían registrar una creación a nombre del esposo. Eran épocas en las que apenas el 1 por ciento de las patentes concedidas en Estados Unidos eran para las mujeres. La poca participación femenina en los sectores de la ciencia y la tecnología era una de las razones para esa cifra ínfima, pero también tenía mucho que ver la burocracia.

Las mujeres necesitaban brindar más pruebas de que realmente ellas habían inventado el objeto por el que solicitaban la patente. El proceso generalmente era más simple si contrataban un abogado, pero muchas no podían hacerlo. En ese momento, como en la mayoría de los siglos XVIII y XIX, se consideraba que el lugar de una mujer era la casa y gran parte de las primeras creaciones de las inventoras estaban relacionadas con el hogar. Geer presentó, en cambio, un dispositivo que había pensado para su propia profesión.

En su presentación, incluyó distintos dibujos junto al pedido de la patente, desde un ejemplo de cómo manipular la jeringa hasta una descripción del objeto. Explicó cómo funcionaba, qué sucedía con el líquido. “El dispositivo es muy simple y barato”, aseguró. Incluso aclaró: “La forma puede variar hasta cierto punto sin eliminar el espíritu de mi invento. Dos testigos firmaron el pedido, Hubbard W. Mitchell y Eugene Frederick Hoyt.

Casi 120 años después, el panorama para las inventoras ha mejorado, pero todavía está lejos de ser el mismo que para los hombres. Alrededor del 20 por ciento de las de las patentes han sido otorgadas a mujeres. Según un informe del Institute for Women’s Policy Research sobre la igualdad en la innovación, de mantenerse el ritmo actual recién en 2090 se alcanzará una paridad en los registros de las patentes.

lunes, 4 de septiembre de 2017

HEDY LAMARR





Hedy Lamarr, además de ser la primera mujer que protagonizó un desnudo y simuló un orgasmo en la Historia del cine (Éxtasis, Gustav Machatý, 1933), inventó un sistema de comunicación que es la base del WiFi, el Bluetooth y otras tecnologías actualmente en uso.

Por eso, en la fecha de su nacimiento, el 9 de noviembre (de 1914), se conmemora el "Día del Inventor".

Su historia.

Nacida en Viena, desde pequeña Hedy destacó por su inteligencia y fue considerada por sus profesores como superdotada.

A los 18 años, se casó con un poderoso empresario armamentístico austríaco, Friedrich Mandl. En 1933, Adolf Hitler ya había subido al poder en Alemania, y Mandl tenía contactos importantes dentro del Partido Nazi. Era un notorio fascista en Austria y, durante los cuatro años que estuvo casado con Lamarr, casi fue una reclusa en su propia casa y, además, asistió a algunas reuniones de su marido con los principales jefes del nazismo en Austria, a los que proveyó de armas.

En una maniobra digna de una película de espías, Hedy Lamarr (cuyos padres eran judíos, por cierto, pero su madre se había convertido al catolicismo) decidió en 1937 que había tenido suficiente, y huyó a París disfrazada de criada. Allí conoció a Louis B. Mayer, el presidente de Metro Goldwyn-Mayer, que le ofreció un contrato de siete años en Hollywood.

Empezó los estudios de ingeniería, que abandonó atraída por su vena artística, ya que entre 1940 y 1949 llegó a grabar hasta 18 películas.

Pero su trabajo como actriz la aburrió rápidamente. Por esto, decidió desarrollar su interés por las ciencias aplicadas, lo que, combinado con su repudio por el régimen nazi, produjo su mayor provecho.

En 1942 inscribió la patente de un método de comunicación secreto que buscaba evitar la detección de torpedos enviados por las tropas aliadas. La idea de Hedy era que, si podías hacer que tanto el transmisor como el receptor saltaran simultáneamente de frecuencia a frecuencia, entonces cualquiera que intentara interrumpir la señal no sabría dónde estaba.

Finalmente no se usó a lo largo de la II Guerra Mundial, pero sí lo aplicó el ejército de EE UU en 1962, durante la crisis de los misiles en Cuba.

Lamarr desarrolló otros inventos: una versión mejorada de los semáforos y una pastilla para crear una bebida gaseosa.

Sin embargo, la faceta como científica e inventora de Lamarr tardaría en verse reconocida. 

martes, 15 de agosto de 2017

VICTORIA KENT

Una feminista contra el sufragio femenino.

Victoria Kent fue una de las figuras femeninas más destacadas de la historia siglo XX. Fue pionera en muchas de las cosas a las que se dedicó con profunda entrega y determinación. Una de las primeras mujeres en ser colegiada como abogada, primera mujer en participar como tal en un consejo de guerra y primera mujer en ocupar un cargo político al asumir la Dirección General de Prisiones. En su exilio forzado por la Guerra Civil, cuidó del bienestar de los más indefensos, los niños. Curiosamente, a pesar de ser una mujer defensora de su género, se negó a defender el sufragio femenino. 


De un hogar liberal a un consejo de guerra.

Victoria Kent Siano nació en Málaga el 3 de marzo de 1889 en el seno de una familia liberal. Su padre, José O'Kent Román, era un comerciante de ascendencia inglesa, y su madre, María Siano González, era ama de casa. Era la tercera de cinco hermanos, todo varones menos ella, quienes cuidaron de su única hermana con gran cariño. La infancia de Victoria transcurrió tranquila en el barrio malagueño de la Victoria.

Victoria recibió su primera formación de manos de su madre, quien le enseñó a leer y escribir, hasta que la familia contrató a profesores particulares y posteriormente se matriculó en la Escuela Normal donde se sacó el título de maestra. En 1916 se trasladó a vivir a Madrid para empezar sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. En 1924, tras haber obtenido la licenciatura en derecho, conseguía también el doctorado y se convertía en la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados. En los años que vivió en la capital, Victoria se instaló en la Residencia de Señoritas que dirigía María de Maetzu, otra gran mujer de su tiempo y de quien aprendió mucho y con quien colaboró estrechamente. Primero ocupándose de la biblioteca de la residencia y posteriormente participando con María en la fundación del Lyceum Club Femenino, una institución de la que nacería la Casa del Niño, una de las primeras guarderías de nuestro país. 

Victoria Kent continuó ejerciendo como abogada durante los años siguientes. Pero fue su intervención en el Consejo Supremo de Guerra lo que le dio un mayor prestigio. Fue en el año 1931 cuando dicho consejo juzgaba al Comité Revolucionario Republicano. Victoria asumió la defensa de Álvaro de Albornoz convirtiéndose en la primera mujer que participaba en un consejo de guerra. 

Revolucionando las prisiones.

Aquel mismo año, meses después, Victoria Kent fue elegida por el presidente de la república, Alcalá-Zamora, como Directora General de Prisiones, cargo ocupado por primera vez por una mujer. 

Durante los tres años que ocupó el cargo, Victoria tuvo un objetivo principal, dignificar y humanizar las prisiones así como priorizar la inserción por encima del castigo. Entre las distintas medidas que tomó para conseguir sus fines, se encuentran la mejora de las instalaciones, de la comida, la libertad de culto y la sustitución de las religiosas por funcionarias civiles formadas para ejercer su tarea en las prisiones.

Quizás el gesto más significativo fue la eliminación de grilletes y cadenas que recogió para fundirlos y erigir una estatua en honor a otra gran mujer, Concepción Arenal. 

En contra del sufragio femenino.

La proclamación de la República en 1931 trajo consigo muchos avances liberales en lo que a leyes en favor de las mujeres se refiere. Una de ellas fue el sufragio femenino, defendido fervientemente por la diputada Clara Campoamor pero rebatida, curiosamente, por Victoria Kent. Ambas mujeres protagonizaron encendidos debates en el parlamento. Clara, como representante del Partido Radical, creía que el sufragio femenino era un paso necesario para avanzar en el camino de la emancipación de la mujer. Victoria, del Partido Radical-Socialista, por su parte, creía que la mayoría de mujeres aún no estaban preparadas para ejercer el voto. Primero había que formarlas y alejarlas de la influencia de la iglesia y de las clases conservadoras. En este sentido, Victoria estaba convencida de que si se aprobaba el sufragio femenino, el triunfo de la derecha estaba asegurado. No se equivocaba, la derecha ganó en las primeras elecciones en las que participaron las mujeres en 1933, aunque puede que la razón no fuera tanto la inclusión del voto femenino como la profunda división de la izquierda. Sea como fuere, ninguna de las dos mujeres salió elegida como diputada.

Madame Duval.

Con el estallido de la Guerra Civil española, como muchos otros republicanos, Victoria marchó al exilio. Su primer destino fue París. Antes de marchar hizo distintos llamamientos a la población para que no abandonaran a los niños de los soldados que debían luchar en el frente. A muchos de ellos los acompañó en su evacuación hacia las provincias del norte para poder pasar la frontera. Debido a su dedicación, Victoria fue nombrada Primera Secretaria de la embajada española en París para que pudiera hacerse cargo de los niños refugiados. 

Victoria dedicó todos sus esfuerzos a los exiliados en la capital francesa hasta que empezó la Segunda Guerra Mundial y se instaló el Gobierno colaboracionista de Vichy. Victoria se refugió en la embajada mexicana donde permaneció un año hasta que la Cruz Roja le proporcionó un piso en el barrio del Bosque de Bolonia. Allí permaneció hasta 1944 con una identidad falsa. Aquellos años, convertida en "Madame Duval", Victoria escribió Cuatro años en París, un libro de marcados tintes autobiográficos. 

El largo exilio.

En 1948 Victoria marchó a su nuevo destino en el exilio. Esta vez a México donde permaneció dos años trabajando en la creación de la Escuela de Capacitación para el personal de prisiones. En 1950 marchaba a Nueva York a petición de Naciones Unidas, institución que reclamó su presencia y su experiencia en temas de prisiones. Fue en Estados Unidos donde vivió su más largo exilio. Allí fundó la revista Ibérica por la Libertad dirigida a todos los exiliados que como ella permanecían lejos de su patria.

En 1977, casi cuarenta años después de marchar a Francia, Victoria Kent volvía a España donde fue recibida con cariño por todos aquellos que admiraron su labor. Pero Victoria terminaría sus días en su patria de adopción, los EEUU, donde moriría con 90 años, el 26 de septiembre de 1987.

Atrás dejaba una larga vida de lucha por sus ideales.

domingo, 30 de julio de 2017

ROSALIND FRANKLIN






Descubridora del ADN

En la actualidad se habla mucho del ADN. Su estructura esconde el misterio de la vida y es una especie de libro de instrucciones de nuestro cuerpo para que crezca, se desarrolle y, finalmente, muera. Además, sirve para predecir la probabilidad de padecer una enfermedad, intentar curarla, confirmar o desmentir paternidades, clonar ovejas, identificar el autor de un delito...Tal es su importancia, que en Silicon Valley (California), el lugar más tecnológico del mundo, está de moda hacerse un test de ADN para descubrir las enfermedades a las que uno está predispuesto, la mezcla de nacionalidades que tiene, la cantidad de cafeína que necesita...

A principios del siglo XX, los científicos empezaban a investigar su importancia a ciegas, hasta que una mujer, Rosalind Franklin, lo descubrió. Esta química inglesa se graduó en Biofísica a los 21 años en la Universidad de Cambridge y dedicó siete, en París, a la investigación sobre técnicas de difracción de rayos X que le permitieron tomar, en 1952, una de las imágenes más famosas del mundo científico: la Fotografía 51, que muestra la típica estructura de doble hélice del ADN. ¿Y qué pasó?








Esta es la famosa Fotografía 51.








Le robaron el hallazgo y el Nobel.

A espaldas de Franklin, su compañero de trabajo, Maurice Wilkins, que no había obtenido resultados y la menospreciaba por ser mujer, le enseñó la foto al biólogo James Watson, que trabajaba con Francis Crick en la búsqueda de esta estructura. Al poder confirmar sus hipótesis, publicaron el descubrimiento como propio en la revista "Nature", mencionando, pero sólo de pasada, a Rosalind, entre otras personas, y obviando la importancia decisiva de sus datos y sus fotografías. Es más, en 1962, los tres científicos se llevaron el Nobel de Medicina y Watson se afanó en que el nombre de Rosalind no apareciese. Ella no pudo defenderse, porque ya había muerto. La científica falleció en 1958, a los 37 años, a causa de un cáncer de ovarios, provocado, probablemente, por haber estado excesivamente expuesta a radiaciones durante sus investigaciones con rayos X.

MARY WOLLSTONECRAFT

Mary Wollstonecraft, la primera feminista. En 1759 nacía cerca de Londres Mary Wollstonecraft, una mujer cuyo nombre sigue siendo un...